Lágrimas en letras de una mamá que no olvida, una mamá de un ángel.
Estos son algunos fragmentos de algo que estoy elaborando a mi propio ritmo, cuando esté listo se los presentaré, pero hoy les adelanto esto, ya que hoy es el Día Internacional de la Madre en Duelo…
Para quienes ya me conocen, o aquellos que no me conocen directamente, pero si mi historia, y también a quienes están apenas descubriendo mi historia, a todos, les debo mis letras, porque sé que aunque van cargadas de dolor, me leen. Así que hoy quise expresar estas líneas, recordando… para No Olvidar!!!
——
Soy mamá de Morochos, los hermanos Candamo (cómo lo decían las batas que teníamos que usar para entrar en UCIN) y la verdad es que aunque suene trillado, yo lo soñaba desde niña, que algún día sería mamá, incluso siempre desde nena soñé con Morochos, siempre quise serlo, supongo que por la rica experiencia que tuve como hija, a mi me gustó mi relación con mi mami, pero a lo qué voy, en verdad deseaba con todo mi corazón ser mamá, aunque no siempre nuestros sueños se cumplen, y algunas veces si, pero no como los soñamos.
Aquí voy:
Yo, tanto que soñé en mi vida entera con tener Moroch@s, tanto que lo jugué de niña, recuerdo estaban de moda unos muñecos que eran Morochos y se los pedí a mi mamá, también recuerdo mucho jugar a mamás con hijos y hasta tuve una Barbie que estaba embarazada y llevaba un bebé en su barriga, destapabas y estaba el muñequito allí, y ya de grande imaginaba mucho cómo me vería con mi barrigota de embarazada, es que en verdad durante toda mi vida desee ser mamá, y veía amigas y familiares serlo y yo nada… por esperar, me tocó esperar…
Y yo, tanto que esperé, deseando tener hijos, para esperar el supuesto “momento adecuado”, el cual es nunca, no existe buscar un momento, siempre tendrás alguna excusa; cuando llegue la bendición, ese; será el momento indicado, y no está en tus manos, si no en las de Dios, o el destino, llámalo como quieras…
Y yo, tanto que sufrí cuando me dijeron que por una enfermedad que me estaba iniciando no podría tener hijos, tanto que me atormente mientras buscaba una y otra vez entre intentos fallidos, tal vez estaba obsesionada, pero siempre pensaba ¿Y si esta vez si? ¿Y si me llega el milagro? y luego la visita mensual me aterrizaba con mi dura realidad, fueron muchas las veces que le rogué a Dios el Milagro…
Pero si, los Milagros si existen, porque después de tantos intentos fallidos, con y sin médico, en la primera inseminación artificial, lo logré, vaya que me emocioné cuando me dijeron: “estas tan fértil que quizás sean 2 o 3 o más”, tanto que rogué para que el milagro se me diera, y aún recuerdo todo ese mar de emociones que transité esos minutos en que recibí los resultados, porque mi temor no me dejaba entender lo que leía, depaso había manchado un par de días antes y lloré a mares creyendo que era mi período una vez más, y tanta, pero tanta felicidad hubo en mi corazón asustado, cuando me dijeron más la hermosa y maravillosa notica, al escuchar a mi Dr., al leerle el resultado del examen de sangre cuantitativo por teléfono: “claro pioja, no estás embarazada, estás embarazadísima, porque con ese resultado creo que son 2”, y al ir a mi primer eco, temblaba mientras vi esa primera pelotita, mis ojos bañados en lágrimas, pero él seguía y seguía buscando, y le pregunté ¿pasa algo?… y vaya sorpresa cargada de emoción al confirmar que el sueño de mi vida se me hacía realidad, eran 2, vi 2 pelotitas luego de tanto buscar, tanto que los deseé y ahora por fin eran tangibles, dentro de mi ser, no un sueño y además no 1 si no 2… Gracias a Dios y mi Divina Pastora bendita me concedieron mis milagros.
Y yo, tan feliz, pero tan feliz que fui por esa bendición en partida doble, ese grandioso y mágico regalo, me sentía espléndida, estupendamente bien, me sentía grande, fuerte, poderosa, orgullosa, afortunada, bellísima y feliz, muy feliz, es más, hasta sexy a pesar de los 30 kilos subidos y las horrorosas medias de compresión deportivas que logré comprar en talla L junto con las crocs de mi esposo, porque no me quedaban mis zapatos, pero aunque no estaba glamorosa de pies a cabeza, yo irradiaba una felicidad que contagiaba…
Pero, no siempre las historias tienen finales felices, y es aquí que inicia la parte en la que algunas veces divago, algunas cosas no las tengo del todo claras, tal vez será por el dolor, o el shock, o el impacto, pero mi cabeza intenta recordarlo una y otra vez para no olvidar!… Temí; temí muchísimo cuando mis hijos decidieron salir antes de tiempo, un miedo interno supongo, ya me carcomía desde un poco antes, no se, pero si sentía que los días pasaban muy rápido, más de lo que yo quería, yo deseaba seguir disfrutando mi barriga, no quería que salieran, quería dejarlos allí junto a mi, tal vez algo en mi lo sabía y por eso sentía eso, no lo sé…
Ese día estuve paralizada de miedo, cuando me dijeron que ya era el momento de salir y en cualquier momento lo harían, porque ya estaba dilatada, solo que no imaginé que sería en apenas unas horas después, su llegada. Estallé en llanto de miedo, cuando me fui a casa luego de esa noticia, entre en pánico de que necesitarán UCIN por ser prematuros, o que algo no saliera bien, estaba inconsolable al llegar a mi casa, mi mamá pensaba que había pasado algo con mis hijos porque no podía ni hablar, ella me consoló y me calmó, y ya luego de unas horas, estando ya en calma, en mi casa, preparándome para que la llegada fuese el lunes (ese día era viernes) rompí fuentes. Estaba sola en ese momento, pero a pesar que entré en pánico, fui muy fría y analítica para actuar, tomé el teléfono, llamé y coordiné todo, caminé botando todo ese líquido por mi casa, para hacer mi maleta, la de los Morochos ya estaba hecha desde unos días antes por pura casualidad, estuve súper controlada, pero al llegar a la clínica, al ver qué todo era real, que no había vuelta atrás, que aún no era el momento pero, era el momento, porque vuelvo y repito no está en tus manos; allí, ya en la clínica, me quebré; tenía muchísimo miedo, y así acompañada de mucha angustia y terror, entre al quirófano para recibir a mis 2 bebés, bueno por poco y me quedo yo en la operación, luego de sacarlos a ellos, me tuvieron que dormir, pero eso es otro cuento…
Luego de todo aquel tormento y pánico, y procedimientos de mi operación, fue la llegada al mundo de lo más maravilloso que una madre puede vivir, la llegada a mi vida, ya tangible, de mis 2 hijos, mis 2 preciosos bebés, mis 2 milagros y regalos de Dios, los ví, los olí, los besé, los volví a pedir para verlos bien, ¿Cómo eran? y aclarar mis dudas ¿Cuál era cuál?, en ese momento mis temores eran que me los cambiaran, o que yo no supiera reconocer cual era cada uno de ellos, y luego de todo aquello, me dormí, o me durmieron porque me dió preclancia en el quirófano, terminó todo con éxito y me llevaron luego sola, sin ellos, a la habitación, y yo, me confié, al ver que eran 2 tesoros enteritos, sanos y salvos, que estaban en manos médicas y que yo no podía hacer nada, y por desconocimiento a muchas cosas, soporté, acepté y me confié…
Y allí los tuve que dejar, en UCIN, luego de 3 días, porque ya estaba yo de alta, pero no ellos. Partí a casa con brazos vacíos y una extraña sensación, me habían dicho que quizás me darían a Mauricio al día siguiente, pero yo me sentía mal, algo no andaba bien y yo lo sentía, no sabía que era, pero lo sentía, algo no encajaba, esa noche se me quebró mi alma lentamente y sin yo saberlo, me escondieron que él se había complicado, pero una madre es una madre, varias veces le comenté a mi mamá que tenía muchas ganas de llorar, que me sentía mal y no sabía el porque, y entre mi mal dormir de aquella noche, sonó esa llamada de madrugada, que marchitó mi vida para siempre. Partimos a la clínica, y yo muda, no entendía que estaba sucediendo, pero no hice pregunta alguna, la cara de mi esposo no era alentadora, me había ido el día anterior y mis bebés estaban bien, uno de ellos posiblemente me lo darían al día siguiente; y si me dijeron que hubo un reflujo con un poquitito de sangre en Mauricio y que tuvieron que suspender la alimentación, pero juro que no me esperaba para nada lo que ví, incluso creí, que se trataba de alguna afección respiratoria de Mathias, porque él tenía casco de oxigeno, y cuando llegué y vi que era Mauricio, a quien según probablemente “me lo iban a entregar”, y me encuentro con un bebé tan distinto al que había dejado, fue devastador.
Era impactante, tanto, que no existen palabras que expresen aquella diferencia y sensación que se apoderó de mi cuerpo cuando lo vi, que me hizo tocar fondo desde el primer instante, mucho antes de la más horrible noticia que una madre puede recibir. Aquel cuerpecito era pálido, frágil, flaquito, poquitito, para nada como era el día anterior, un bebé diferente al que yo había dejado, yo lo vi y lo supe enseguida, es que se veía ya sin vida, y fue allí que entendí, que una parte de mí estaba muriendo, que ya no habrían sueños, que todo aquello que imaginé desde muy pequeña, y hasta un día antes de esa noticia, se convertiría en solo un sueño y no podría hacerlo realidad… se lo dije a mi esposo apenas lo vi, yo con un impacto tremendo, una mirada de sorpresa y de quebranto le dije: “es Mauricio, se está muriendo Miguel, mi bebé se está muriendo” y me fui en llanto y gritos…
Y tan solo unas horas o minutos después; ya ni se cuanto tiempo transcurrió, este es el momento en el que más divago, lo que sé, es que aquella noticia me mató, aquella devastadora noticia me hundió y hasta quise irme con él, caí a los minutos en estado catatónico, lo cual por cierto es una cosa horrorosa, incluso mientras estaba así, me tuvieron que atender los médicos, y un electrocardiograma arrojó que me había dado una miocardiopatía por estrés, pero logré regresar de ese estado a los minutos a Dios gracias, ¿Qué me detuvo? mi otro bebé, y mi esposo, pensé mucho en los dos, solos, sin mi, y me levanté, de hecho Mathias fue quien me ayudó a poder continuar y atravesar esa debacle. Desde ese momento empezó, justo en ese momento empezó, ese gran temor que toda persona que pierde un amor, que pierde un ser querido, siente, “lo voy a olvidar y no, no quiero olvidar”.
No quiero olvidar esa carita, no quiero olvidar cuando lo ví por primera vez salir de mi, cuando lo ví desnudito y frágil y se lo llevaron rápidamente todo sucio recién nacido, cuando me lo trajeron nuevamente embojotadito en una manta y le di su primer beso y nos tomaron una foto de nuestro primer encuentro, todo fue súper rápido, y yo no quiero olvidar, cómo preocupada preguntaba ¿Por qué lloran? ¿Estarán bien? ¿A donde se los llevan? ¿Por qué no están conmigo?, no quiero olvidar cuando al día siguiente, en UCIN, fui a conocerlo bien, y me encontré un bebé hermosoooooo, peludo, rosadito, de buen tamaño y muy atento y curioso, aunque no logre verle sus ojos abiertos, no quiero olvidar como al oír mi voz se sonrió y luego me hizo pucheros, eso me mató de amor, fue amor a primera vista, mágico recuerdo que NO QUIERO OLVIDAR. Yo no pude verle sus ojos, no puede cargarlo, ni olerlo, ni besarlo, no pude darle mi pecho, ni siquiera por sonda, porque me salía era calostro y me dijeron que no podían esperar y que debía llevar fórmula de prematuro, mis brazos no lo sostuvieron estando con vida, solo pude tocarlo a través de una caja plástica (incubadora), y pensaba esta allí tan pequeñito e indefenso, asustado, tal vez con frío, muriendo por tenerlo en mis brazos, pero aún así me queda la felicidad en mis recuerdos de que tomó mi dedo, de qué reconoció mi voz y me sonrió y no quiero olvidar esa mágica conexión de amor, no quiero olvidar que logré ponerle un hermoso rostro a ese nombre tan bello que escogí para él, Mauricio Octavio, mi hermoso Mauricio Octavio, grande y precioso como su nombre. No quiero olvidar que vivió dentro de mí, que nació, que si existió, que tengo 2 hijos y no solo 1, y aunque quisiera olvidar el dolor, no quiero olvidarme de él.
———
Palabras extras a mi hijo: Hijo mío, mi amado bebé, no te quiero olvidar, porque tú exististe, fuiste real siempre y lo seguirás siendo por siempre jamás, viviste dentro de mi, te sentí dentro y fuera de mi, y lograste llegar a este mundo, sano, salvo, grande, fuerte y rozagante, hice todo mi trabajo bien, te tuve y te sostuve, te vi nacer y por un par de días logré disfrutarte un poquitito, verte tocarte y admirarte, tan real y tangible… pero el destino me hizo una mala jugada y sin anestesia te llevo de mi, te di vida, pero la vida me quitó tu vida, y yo no quiero olvidar!… no quiero olvidarte, pero tengo miedo, porque con el tiempo, el cerebro olvida algunas cosas. Yo practicaré recordarte siempre y haré elástico mi cerebro, manteniéndote constantemente en él, prometo no olvidarte jamás hijo de mi corazón, con temor a hacerlo pero igual te lo prometo. Te amo hijo mío y te extrañaré hasta el fin de mis días.
———
Quiero decirles a Uds, quienes me leen, que es completamente necesario en algún momento trabajar el duelo, el acompañamiento de un profesional es realmente necesario, en mi caso me tardé, pero eso no importa, todo tiene su momento, como ya les dije, aunque ir al psicólogo por ayuda si está en tus manos, pero en su debido momento te nacerá ir; lo importante es, que he trabajado mi pérdida, y que estoy bien, aunque los días como hoy el dolor florece y está allí punzante, a flor de piel, lágrimas siguen adornando mi rostros, lágrimas que convierto en letras para drenar y para ¡NO OLVIDAR!