
La llegada de un bebé en una familia hace que, junto a su nacimiento, nazcan también un Papi y una Mami, ya que ninguno de los tres (Mami, Papi o Bebé) viene con un manual de instrucciones. También es cierto, que en la mayoría de los casos, Mami tiene dentro de si, un instinto que pocas veces se equivoca y que se desarrolla con la llegada de los hijos. Lo cierto es que, al crecer la familia, a todos les toca aprender, adaptarse, conocerse y aceptarse, en esta nueva vida.
Ahora bien, todo esto de la adaptación es un tema, ya que va desarrollándose en procesos o etapas, que son cambiantes, y cuando te logras adaptar a una, entra una nueva etapa del desarrollo del bebé, y tienes que volverte a adaptar, es ahí donde dices, “Dios mío y yo me quejaba de tal etapa y resulta que ésta es peor”, cuando la realidad no es que sean peores o mejores, simplemente son cambios y al ser humano le cuesta adaptarse a ellos. Todas las etapas son maravillosas, solo hay que adaptarse al cambio.
Ahora bien, desde el momento en que descubres que estás esperando un Bebé, sientes una necesidad de incluir a Papá en todo ese proceso que te tiene maravillada, ya que eres tú quien lo vive en carne propia y deseas que él sienta lo mismo que tú, y se contagie de tu entusiasmo. Cabe acotar, que hay todo tipo de Papis, unos que están tan involucrados que parecen disfrutarlo aún más que Mami, y hay algunos Padres que no lo sienten tan real, hasta que nacen los hijos.
En la mayoría de los casos, las Mamis tiene mucha ilusión, acompañada de movimientos y pataditas, decoración de la habitación, adquisición y preparado de la ropita del bebé, entre otros detalles que nos mueven las emociones, cosas que no viven de la misma manera los Papás, quienes generalmente, no son emocionales, si no de razonamiento lógico y racional, por lo cual, se preocupan y ocupan en abastecer el hogar para la llegada del Bebé, y trabajan duro para asegurar la parte económica, porque es lo normal en los hombres.
Luego con la llegada del Bebé, Mami se llena de ansiedades y preocupaciones infinitas, y se desarrolla el deseo constante de resolver ella misma la vida del Bebé, es ahí, cuando nos pasa que creemos que nadie va a saber atender mejor al Bebé más que uno mismo; y cometemos el gran error de no delegar, no involucrar a Papá en la crianza y no confiar en las capacidades de tu compañero de vida, para mantener en equilibrio la casa y darle las mejores atenciones y cuidados al Bebé.
No es fácil para Mamá desprenderse de ese sentimiento, pero es esencial que el Bebé, haga una conexión con su Padre, ya que con Mamá la tendrá segura, pues si amamanta habrá ese lazo seguro, y si no, de igual manera el olor de Mamá es similar al del líquido amniótico del cual venían acostumbrados.
Durante los primeros meses del Bebé y también varios meses después del primer año de vida, el lazo con Mami suele ser muy intenso; por una parte, por la lactancia, y por otra, porque ambos fomentan ese vínculo. Es muy normal que se produzca una simbiosis entre esos dos seres, que compartieron un solo cuerpo, y que muy lentamente, van comprendiendo que son personas separadas. A este proceso es al que le dicen “tiene Mamitis”. A las madres nos cuesta el desprendimiento y a los bebés también, ¡pero no hay nada de malo en eso!
Sin embargo, muchas veces Papi se siente excluido de esa simbiosis y en general, suele ser cierto. El Bebé, en sus primeros años y sobre todo en sus primeros meses, acapara la total atención de Mamá y nos demanda todo nuestro tiempo, y el Padre siente que termina reduciendo su función a la de un simple acompañante o un espectador. Por lo cual, es importante incluirlos en cada momento que podamos, ya que es un beneficio que favorece a todos: a nuestra relación con ellos, a la relación de ellos con el Bebé, y a la relación del Bebé con nosotras, y a su vez a la familia en general.
Desde mi punto de vista, los hombres están completamente capacitados para manejar las atenciones que demanda un Bebé, claro está, que hay casos de casos, y por ejemplo, cuando Mamá pasa mayor cantidad de tiempo con el Bebé, sabe cómo resolver más cosas que Papá, entenderá mejor las necesidades del Bebé, hará las cosas con más delicadeza, será más cuidadosa, y tal vez hasta verdaderamente haga las cosas mucho mejor que Papá, pero si no hacemos que él practique con el ensayo y error, ¿Cómo aprenderá? Si no involucramos a papá ¿Cómo lograrán esa conexión?
Es importante aprender a desprendernos un poco, debemos aprovechar de vez en cuando un descanso, un buen baño, hacer alguna diligencia, trabajar, o simplemente para regalarte un tiempo para ti cómo mujer y ser humano independiente.
Es probable, que al darles ese espacio y responsabilidad, desees arrancarle el Bebé a Papá de los brazos nuevamente para resolver tú misma cualquier situación, por eso de que creemos, que “nadie podrá atenderlo mejor”; puede pasarte que desesperes al ver a Papá hacer algo mal o tórpido, que quieras correr al oír llorar a tu Bebé, o matar a tu pareja si algo le pasa al Bebé en su cuidado; pero no se trata de una competencia de quien lo hace mejor, si no de permitirles conectarse, de confiar en las capacidades de tu compañero, de ayudarlo a desenvolverse y desarrollarse como Papá moderno, participativo y de permitirle formar parte de la crianza.
Eso de que Papá sólo trabaja y nada más está para aportes económicos, dar la bendición y jugar un par de minutos, es historia; hoy en día hay miles de Padres comprometidos, entregados a sus hijos y empoderados.
Mi sugerencia es que, para iniciar, ve delegando funciones de la casa para comprometerlo con el nuevo hogar, pero a su vez incorpóralo en alguna que otra tarea directa con el Bebé, que le genere seguridad, como sacar gases, un cambio de pañales, darle tetero, arrullarlo para dormir, entre otros.
En mi caso, la pérdida de mi morochito, las angustias de tener un hijo considerado de riesgo por prematuridad, la extrema sensibilidad por los cambios hormonales y los temores propios de las madres primerizas, me impedían aceptar que estaba agotada, sobre todo los primeros meses, y aún me cuesta delegar en mi esposo algunas tareas, porque siento que sólo yo las puedo hacer bien, o que sólo yo tengo el criterio para tomar decisiones en relación a nuestro Bebé; pero poco a poco he trabajado en eso, para brindarle a mi esposo y a mi hijo la oportunidad que se merecen, y trato de aprovechar siempre sus iniciativas y hacer que ellos se acoplen, se compenetren y forjen ese lazo necesario de amor a través de la convivencia del día a día, juegos y actividades esenciales de Mathias.
Así que, aunque te cueste, toma mi consejo, delega funciones; son necesarias para tu descanso, para el crecimiento estable de tu Bebé, para llevar una mejor relación con tu pareja, para mantener la estructura de tu hogar y para el bienestar de tu familia. Trabaja en eso, analiza el por qué escogiste a esa persona para acompañar tu recorrido, toma en conciencia por qué estas a su lado, y considera que algo bueno debes haber visto en él, así que confía, relájate, afloja la necesidad de control y delega!!!
¡Es importante compartir los deberes y derechos de ser Padres!